Debido a que la productividad se ha convertido en la única divisa de la agricultura industrial, a menudo nos vemos obligados a consumir productos que a pesar de su apetitoso aspecto, resultan una decepción en el paladar.
La mayoría de las ocasiones carecemos de información sobre su trato durante la producción, abonos químicos, fitosanitarios, cultivos transgénicos, etc. Dedicar nuestro balcón, terraza o azotea a crear un huerto urbano se convierte en una opción de ocio responsable, permitiéndonos el consumo de productos orgánicos y frescos.
Asistir al proceso de crecimiento de un jardín, con plantas que te van a alimentar, se convierte en una herramienta terapéutica para fomentar el desarrollo personal, ejercitando habilidades como la paciencia, concentración y destreza manual.
El cultivo de hortalizas y plantas aromáticas en
el medio urbano se presenta como una alternativa sostenible al modelo de consumo
actual que ofrecen las ciudades y
como una terapia estimulante.
